El paisaje y sus transformaciones
Juan Frontado es un pintor que nació en Puerto La Cruz, en 1957, pero su pupila maduró en el suelo de Monagas. Desde muy pequeño vive en este Estado. Se residenció primero en Caripe. A los doce años se traslada a Maturín. Ya viene con la inquietud del arte. Ingresa a la Escuela de Artes Plásticas “Eloy Palacios”, bajo la tutela del maestro Efraín “Chaim” Villarroel. Posteriormente, estudiará en la Escuela “Cristóbal Rojas”, en Caracas. A su regreso a Maturín, sería profesor de la Escuela de Artes “Eloy Palacios”, y su coordinador , de 1987 a 1991.
A propósito de su última exposición, denominada “Tótem y jardín” , Frontado definía así su obra plástica: “Mi trabajo se ubica en el Neopaisaje y tiene que ver con mi niñez, con un toque de elementos propios, donde se confrontan dos maneras de ver ese paisaje; uno desde lo ancestral, pasando por las imágenes del tótem, y otro desde el Guarapiche que también tiene que ver con lo ancestral nuestro”.
La obra plástica de Frontado tiene una evolución que ha ido desarrollando interesantes transiciones en la corriente donde el mismo se ha ubicado: el Neopaisajismo. Confiesa un gran afecto por la obra del venezolano Indio Fernández (José Antonio Fernández), un pintor venezolano que se caracteriza por sus paisajes rurales, con un estilo expresionista. Los pintores de esa corriente plástica procuran representar la naturaleza desde una perspectiva subjetiva y expresiva, y de alguna manera son seguidores de los artistas que se agruparon en el Círculo de Bellas Artes, en los años 20 del siglo pasado.
Ciertamente, Juan Frontado es un pintor neopaisajista, con reminiscencias de su inspirador Fernández, pero él imprime en su obra un plus de originalidad: respeta la tendencia de la horizontalidad paisajística. Pero si en Fernández sus paisajes baldíos, protagonizados por algún rastrojo matizado de verdes, el horizonte tiende al infinito, en la obra de nuestro pintor el detalle capta la atención del espectador. El relato de su obra es la historia de cómo han sido captados esos fragmentos de la naturaleza. Fernández es expresionista, contrasta los colores cálidos con los fríos, para producir una sensación dramática de ese paisaje. Frontado prefiere matices transicionales poco dramáticos, y genera en sus figuras ambigüedades. Su figuratismo produce transformaciones. Sus troncos, hojas, tallos son a la vez mantis, grillos, langostas, etc.
Las últimas obras de Juan Frontado, como la que sirve de portada a este número de Reflejos, toma otro rumbo que se suma a la rica trayectoria del pintor monaguense. Insiste en el paisajismo, pero pareciera dirigido hacia lo que pudiéramos calificar como un paisajismo abstracto, un poco màs dramático, pues los colores con màs tinturas, con màs solidez, adquieren protagonismos. Ya no trabaja con la ambigüedad, y deja en el espectador de su obra el derecho a interpretar el espacio que construye con una matización màs austera de las figuras que elabora.