Sobre la educación en Venezuela

Alfredo León*

*Ingeniero geòlogo y librero

Ilustración realizada con IA

Recientemente una niña de unos diez años expresó sin vergüenza que si ella tuviese dinero montaría un negocio de venta de celulares, porque la mayoría de los niños consultan todo por internet. Es decir, por las redes sociales. Aunque la expresión es lapidaria con respecto a la vieja manera de educar, no deja de tener un alto grado de verdad.

Una pregunta obligada sería: ¿Cómo podemos generar una transición efectiva entre la educación actual y la educación acorde a los nuevos tiempos, que se caracteriza por la presencia cada vez mayor de las redes sociales, los efectos de la pandemia, una sociedad en la que cada vez más profesionales trabajan desde casa, un estudiantado que utiliza con frecuencia el copy-paste, un uso cada vez mayor de las imágenes para comunicar ideas, una dificultad para recordar números y fechas, una falta de respeto al profesorado, una falta de valoración de los títulos académicos, la aprobaciòn de un curso sin demostrar los conocimientos necesarios, un rechazo cada vez mayor al deporte, a las matemáticas y a las bellas artes, etc.? Todos estos factores se pueden resumir en tres problemas principales: el profesorado está mal pagado, los alumnos están desmotivados y los pensum curriculares no se actualizan.

El cambio no será fácil. Requiere tiempo, recursos económicos y un esfuerzo conjunto de todos los involucrados.En este artículo, presentamos la opinión de algunos expertos en la materia y algunas posibles soluciones.

María Elena León, doctora en educación y profesora de Ciencias Ambientales en la Universidad Simón Rodríguez, señala que la deshonestidad académica es una tendencia creciente en la educación, especialmente en los trabajos realizados fuera del aula y con la ayuda de las redes sociales. En muchos casos, el trabajo es realizado por otra persona, lo que puede ser fácilmente detectado al confrontar al alumno con sus comentarios, que no coinciden con el contenido del trabajo. Aunque la deshonestidad académica siempre ha existido, los métodos de evaluación obsoletos han contribuido a su aumento. Esta situación requiere un mayor seguimiento por parte de los profesores, quienes deben estar más atentos al trabajo de sus alumnos. Además, León señala que la diversificación de las actividades de los profesores para obtener ingresos adicionales, les aleja de su actividad académica y les impide dedicar tiempo a sus alumnos y a su propio desarrollo intelectual, lo que perjudica la educación. Una solución a este problema es el retorno a la meritocracia, que garantice un salario justo para los profesores, acorde a la inflación y basado en su experiencia y formación académica.

Por su parte, el profesor de Filosofía Luis Alexis Teja Rodríguez señala que la nueva generación tiene una percepción superficial del conocimiento, falta de compromiso con las instituciones y la inseguridad de un futuro mejor. Las causas de este comportamiento se deben, entre otras cosas, a la falta de rigor pedagógico, a que las nuevas tecnologías y las redes sociales generan un mundo de información y desinformación, distracción y superficialidad. También se debe al auge del individualismo, al consumismo desenfrenado, la incompetencia del profesorado y a la falta de calidad pedagógica, lo que desmotiva a los estudiantes y les hace perder el interés por el conocimiento. Esta actitud se puede revertir con un enfoque más emocional del aprendizaje, el fomento del pensamiento crítico y
la importancia del conocimiento en un mundo cada vez más competitivo. De esta manera, se evitará que los estudiantes se conformen, sean pasivos o incluso irreverentes en el aula.

Un caso alarmante lo expone Arturo Peraza, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, quien señala que un grupo importante de bachilleres obtuvo un puntaje de 9.1 en la materia de Comprensión de Lectura, en una escala de 20. Mientras tanto, en la materia de Matemáticas, el puntaje promedio fue de 7.53. Peraza afirma que este resultado demuestra que los estudiantes tienen problemas con el pensamiento abstracto matemático y la habilidad de comunicación, dos habilidades básicas. Sin embargo, lo más preocupante es que los estudiantes provenían de ambos sectores, público y privado, lo que indica que el problema es generalizado. Como solución, Peraza propone una reforma integral del sistema educativo, en colaboración con el sector privado.

Libertad León González, doctora en Ciencias Humanas y profesora de Lenguaje y Literatura, señala que es urgente salir del centralismo. La orientación regional de las materias debe ir acorde a la realidad de cada estado o provincia. Incorporar elementos regionales a las asignaturas, como costumbres, personajes populares, música y otros conocimientos locales, enriquecería las asignaturas y motivaría a los estudiantes Es importante recordar que esa modalidad se intentó con las Escuelas Bolivarianas, cuando Aristóbulo Isturiz era ministro de Educación, pero ha ido perdiendo terreno. En la misma línea, se recomienda que el Estado no asuma toda la carga económica de la educación. Es necesario apoyarse en asociaciones civiles, ONG y empresas privadas que estén dispuestas a contribuir a la educación. Por el contrario, una combinación de esfuerzos entre el sector privado y el Estado podría dar buenos resultados. La profesora León González destaca que la pérdida de valores y tradiciones familiares ha causado mucho daño. Es importante retomar los valores de la honestidad, la ética, el compañerismo, la puntualidad, el respeto y todos aquellos que enaltecen al individuo y, por extensión, a la comunidad. Decía el ilustre humanista Mario Briceño Iragorri: “Todo nace alrededor de la mesa”. Las reuniones familiares, el compartir en el hogar, la asistencia a los oficios religiosos en familia, los viajes en grupo y el enriquecer los valores familiares e individuales lógicamente le darán un impulso a la educación.

El nuevo comportamiento de los estudiantes y la invasión masiva de las redes son cambios a
los que debemos adaptarnos. La adaptación a esos cambios es necesaria. Una recomendación es proponer un evento nacional con representantes de la educación, incluyendo al sector privado, por cada estado para actualizar los programas educativos en función de los cambios mencionados. Asimismo,
es necesario realizar mejoras a la infraestructura física y garantizar que las instalaciones sean dignas y motivantes para los estudiantes. Por ejemplo, en Japón los estudiantes participan en el mantenimiento de sus aulas y tienen la obligación de leer al menos un libro por semana. Esta acción no es una utopía, pues existen instituciones educativas públicas y privadas que son un ejemplo a seguir. Fomentar un sentido de pertenencia en profesores y estudiantes hacia las instalaciones. Es importante que las instituciones educativas cuenten con biblioteca, canchas deportivas, auditorio y área agrícola, todas enmarcadas en una política de desarrollo sustentable. Esta idea contribuye a la formación de potenciales emprendedores
y a la creación de una sociedad de creadores de ideas que contribuyan al desarrollo de la sociedad. En conclusión, nos llena de orgullo la mística del profesorado, que, a pesar de los desafíos, sigue trabajando por formar personas integrales y profesionales de primer nivel, así como por estudiantes que no pierden la esperanza y quieren ser parte de un mejor futuro para el país.